Comenzamos con Reminiscencias!! Pero primero debo pedirles el favor de que no tomen ningún capítulo ni ningún fragmento sin autorización. Recuerden que esto me tomó tiempo, trabajo y esfuerzo como para que los publiquen en algún otro lado como si nada. Si quieren hacerlo, por favor contáctenme a través de Facebook. Gracias!!
Prologo
-¿Q
|
ué le parece, Jügerhof?
¿Ha sido de su agrado?-preguntó Damen después de ver a Erik degustando tan
sabroso líquido de la fina copa de vidrio.
-Por supuesto. Jamás
creí que en Berlín iba a existir algo tan maravilloso como esto.-respondió Erik
con una sonrisa después de haber pasado el sorbo que bajó por su garganta
sintiéndolo como fuego.
-Entonces, dese el
gusto de embriagarse, Jügerhof.
Erik se levantó del
sofá y salió de su castillo. Caminó en las calles de la nocturna Berlín cuyos
deambulantes lo miraban unos con extrañeza y otros totalmente embelesados por
su belleza y misterio. A lo lejos, cerca de un callejón, divisó una joven y
hermosa mujer y se acercó a ella sin levantar ninguna sospecha. Ella caminó
directo al callejón y Erik la tomó por la cintura. La mujer se sobresaltó pero no
se inmutó al quedar hipnotizada con la divinidad del rostro de él y su sonrisa
en los labios.
La llevó hasta el
fondo, a la parte más oscura y hundió su cara entre el cuello y el hombro de la
mujer. La sedujo hasta que ella había quedado totalmente encantada y él mordió
ahí; justo en la yugular. La joven, en medio de su éxtasis, no sentía dolor
pero era consciente de que estaba muriendo poco a poco. Aun así no se separó de
los brazos de Erik, hasta que quedó completamente vacía y seca.
Otra vez, aquel
preciado líquido carmesí corría por sus venas y todo su cuerpo haciendo que
deseara aún más. La mujer había quedado tendida en el suelo, muerta pero
fascinada por aquella belleza inigualable; como una sublime rosa que de repente
hace una profunda herida con sus espinas y crea el dolor más hermoso.
Así como lo había
hecho, continuó arrancándole la vida a
toda doncella que sus ojos le mostraran. Ninguna se rehusaba a ir con él a los
lugares más oscuros y recónditos de las casas y edificios, tampoco se rehusaban
a darle sus vidas. Erik disfrutaba cada mordida, cada gota entrando en su boca;
disfrutaba obtener la inmortalidad a base de un amor falso y corto que se
quemaba cuando la blut bañaba su
interior. Fueron las horas noctámbulas más perfectas que había tenido.
Sintió que la noche
fue muy corta y tuvo que regresar al castillo prometiéndose que en la noche
siguiente haría lo mismo, pero ciertamente muy satisfecho. Cuando llegó, se
dirigió a su habitación y contempló la ciudad antes de que el sol empezara a
asomarse. Era una ciudad muy grande que con el tiempo crecería secretamente a
sus pies sin que sus habitantes supieran que había alguien quien podía manejar
muy fácilmente el lapso de tiempo de cada una de sus vidas.
Hacía ya una semana
que se había unido a ellos y que lo habían convertido en la cabeza principal
del clan alemán. Recostado en su cama pensó en lo que la eternidad le traería y
que el cambio no fue tan malo como pensaba. No se arrepintió de nada, al
contrario, le agradeció a su alma y al destino pero haberle permitido abandonar
su esencia humana e imperfecta para poder adoptar una naturaleza oscura,
inmortal y perfecta.
La noche siguiente salió
con su eterna amante Caroline. Caminaron tomados de la mano por el centro de
Berlín, un lugar lleno de grandes edificios, casas, carruajes y personas que,
de nuevo, se quedaban mirándolos hechizados por su negro misticismo.
-Finalmente logramos
estar juntos sin que nada ni nadie nos detenga.-dijo Caroline con una pequeña
sonrisa labial.
-Todos los esfuerzos
que hicimos y todo el derramamiento de sangre que hubo no fue en vano. El
destino sí tenía preparado algo para nosotros.
Entonces comenzaron la
cacería con el corazón sediento que les latía a toda prisa. Poco a poco fueron
seduciendo sus jóvenes victimas hasta que los llevaban a un lugar lejos de los
demás, y mordían el cuello o las muñecas alimentándose del elixir que los
complacía deseando aún más. Así pasaron aquella noche comprando inmortalidad
muy fácilmente por medio de las vidas ilusorias y simples de los mortales,
adquiriendo más vigor para ellos acabando con aquellos que habían muerto
enamorados y llenos de planes para un futuro que jamás les llegará.
Faltaban pocas horas
para el amanecer así que regresaron al castillo. Caroline entró pero Erik quiso
quedarse un rato en el jardín aspirando los últimos hálitos que quedaban de esa
agitada y lúgubre noche hasta que lo sobresaltó una voz femenina que jamás
pensó iba volver a escuchar.
-Felicidades, señor Jügerhof.
Lleva una semana sin pensar en suicidarse. Me complace que por fin pueda estar
con su amada Caroline.-dijo Agatha con sorna saliendo entre los árboles del
jardín caminando hacia él.
Agatha se veía real,
como de carne y hueso; pero Erik no sabía si en realidad se trataba de un
cuerpo vivo o de un espíritu. Sea lo que sea, tuvo que decir algo olvidando
todo su asombro.
-Gracias, señorita
Agatha. Tenía un mal concepto de esta vida pero debo admitir que es mucho mejor
que la anterior.-respondió de la misma manera pero añadiendo elegancia.
-Veo que hasta ahora usted
cree que vive en un mundo lleno de rosas y sangre. Eso es bueno pero tiene que
aprender a manejar la Eternidad. Quién sabe cuántas personas pueden atravesarse
en su perfecto camino para arruinarlo.
-Eso lo sé muy bien.
Sé que hay muchos sujetos que intentarán hacerme caer, pero eso no pasará.-dijo
con una pequeña sonrisa labial.
-Muy bien. Me agrada
que tenga tanta confianza de su propio poder. Eso le da autorización de beber
el mejor vino en las copas más finas. Pero, ¿recuerda lo que alguien le dijo
hace mucho tiempo? Que a esa mujer no le interesaba el vidrio, lo superficial;
sino el vino, lo más profundo. Y estoy de acuerdo con ella.-Agatha se acercó lo
más que pudo al rostro de Erik.
-Coincido
perfectamente con usted. También me gusta buscar el vino, lo insondable de las
personas independientemente de quien se trate.-habló Erik con una seducción que
hizo que ella sintiera más odio por él.
Pero Agatha sonrió,
percibiendo su energía.
-Buena suerte, Jügerhof.
Espero que dentro de algunos años no se arrepienta de su decisión. Estas son
las que lo conducirán a los lugares que menos imagina, así que tenga cuidado
con lo que dice y hace.-dijo finalmente y volvió a desaparecer en los árboles
del jardín.
Erik, pensativo, entró
al castillo y luego se dirigió a su ya oscura habitación donde yacía Caroline
en la cama durmiendo plácidamente, tan hermosa como siempre. Se acomodó a su
lado, abrazándola. Nada ni nadie los iba a separar ni tampoco demolería su eternidad.
Él se había convertido en uno de los vampiros más poderosos gracias al fino
vino de la sangre contenido en las más bellas copas de vidrio de los jóvenes
cuerpos que la portaban y al gran amor que lo ataba fuertemente a Caroline.
La alquimia de estos
ingredientes creaba a un vampiro eficaz e invencible, capaz de gobernar no solo
un clan sino todo el mundo. Erik Jügerhof era aquel vampiro cuya inmortalidad y
poder no iban a ser destruidos jamás, pase lo que pase.
ef
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