Capítulo 5
El Coro
C
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omo
lo habían pensado, esta vez el viaje tardó más. Tuvieron que hacer varias paradas
para que los falsos invitados pudieran alimentarse y los caballos también.
Además, cayó una gran tormenta que duró varios días haciendo imposible
continuar el viaje con normalidad.
En
algunas ocasiones Erik volvió a tener la incómoda sensación de que alguien lo
miraba detenidamente, examinándolo de adentro hacia afuera; desde su pasado hasta
su presente, incluso parecía mirar su futuro y según lo que Erik sentía; no iba
a ser muy bueno. Por otro lado, su
herida ya se había cerrado por completo y, afortunadamente; no había pasado a
mayores.
Durante
el viaje John no se alimentó demasiado, quería esperar aquel día en que
confirmaría si la sangre extranjera es tan deliciosa como lo ratificaba Damen.
En las noches que pasaba con Erik cuando él estaba en vela, solía hablarle un
poco acerca de su vida antes de viajar a Versalles. De alguna manera, la vida
de John tiene cierto parecido con la de Erik. Ambos vivían en soledad, se
refugiaban en las artes o en las habilidades que tenían, ninguno de los dos era
muy bueno en cuestiones de pareja pero tampoco habían perdido la esperanza de
encontrar una vida mejor. Aquellos dos meses sirvieron para conocer un poco más
a John, pero no halló las respuestas que necesitaba.
Llegaron
a Berlín en la noche del 20 de Abril. Todos se bajaron de sus carruajes y,
antes de que Erik, Caroline, John y Joan planearan algo en secreto; decidieron
buscar primero un hotel. Iban a tomarse un descanso antes de regresar a
Versalles. Caminaron un poco por el centro de la ciudad hasta que encontraron
uno. Era un edificio alto lleno de ventanas rectangulares absolutamente todas
cubiertas con cortinas blancas. Erik pagó la estadía de todos con el dinero de Damen.
Los
falsos invitados estaban emocionados. Mientras Caroline estaba ya en su
habitación cambiando su vestido; los demás estaban hablando en el vestíbulo.
-Pensé
que iríamos a Versalles.-dijo una de las jovencitas que, con aquel cambio de
planes; se había asustado un poco.
-Tuvimos
que hacerlo por un pequeño imprevisto. Utilizaremos lo que queda de esta noche
y quizá mañana para invitar más personas. Antes de regresar a Versalles nos
quedaremos aquí una semana o menos para tomarnos un descanso.-explicó John.
-¿Y
eso no le molestará a Damen?-preguntó una joven mujer de aquel grupo.
-Por
supuesto que no. Además, tendremos que viajar otros tres o cuatro meses de
vuelta a Francia. Ustedes no se preocupen, todo lo tenemos perfectamente
planeado.
-¿Y
qué vamos hacer aquí?-preguntó un hombre.
-Iremos
a una ópera. Empezará aproximadamente dentro de una hora.
En
ese momento Caroline bajó usando un bello vestido de peto rojo, de mangas
largas y el resto de color negro. Como accesorio se había puesto un hermoso
sombrero ladeado de ala ancha decorado con dos plumas también negras. A ello se
sumaba su curioso cabello largo, grisáceo y rizado. Ciertamente emanaba una
gran belleza.
Salieron
del hotel y se dirigieron al teatro que no estaba muy lejos de allí. Hicieron
la fila para comprar las taquillas. Con lo restante del dinero Erik pagó sillas
en un palco para Caroline, John, Joan y él; y para el resto de las personas
pagó sillas en la zona general.
Una
vez adentro, Erik se asombró con el lugar. Hace mucho tiempo no había entrado a
un teatro y menos a presenciar una ópera en su propia ciudad. Era un teatro
sumamente amplio y alto lleno de palcos en las paredes y sillas en la zona
general. Las paredes y los asientos estaban tapizados de terciopelo rojo y el
piso era de madera café brillante. La única luz que provenía era la que estaba en
el escenario de las centenares velas en sus candelabros, así que no pudo
detallar el techo puesto que parecía tener una pintura. Se sentó en su silla en el palco junto con
sus acompañantes, y la vista que obtenía desde allí era espléndida. No sólo
podía ver muy bien cada esquina del escenario, sino también todo el público y
todo el teatro en sí. Las personas seguían entrando y se acomodaban en sus
respectivos asientos.
-¿Cómo
vamos a invitar a las personas?-preguntó Caroline.
-Creo
que esta vez tendré que hacer el trabajo yo solo.-respondió John.-Mientras la
ópera se desarrolla yo bajaré e invitaré a las personas.
-¿Sabe
hablar alemán?-preguntó Erik.
-Por
supuesto que sé. Esta vez tendremos que llevar pocas personas porque ya no
queda mucho espacio en el carruaje.
-Eso
no importa. Las podemos llevar en nuestro carruaje. Además, si tratamos de
llevar el mayor número de personas posible, quizá Damen nos permitirá omitir
algún viaje.-apuntó Erik.
-Tiene
razón. Es una buena idea.-dijo Caroline sonriendo por la astucia de él.
-Está
bien. Trataré de invitar la mayor cantidad de gente que pueda.
-Glück!-dijo Erik.
-Danke.-respondió John y bajó.
Unos
minutos más tarde, el teatro ya estaba completamente lleno. Un hombre gordo, de
baja estatura y de bigote llamativo salió entre el telón e introdujo la
presentación hablando en voz muy alta y animada.
-Buenas
noches, damas y caballeros. Bienvenidos al estreno de la gran ópera Liebe Unter Schatten. Lamentablemente, no conocemos el prodigioso nombre de
su autor; es una obra anónima. Pero estoy totalmente seguro de que su atmósfera
dramática y al mismo tiempo llena de amor los va a encerrar con fuerza sin
dejarlos escapar hasta que escuchen con atención la última nota. Su corazón
latirá con fuerza mientras se seduce en cada una de las palabras tan finamente
expresadas en esta obra gracias a unos fenomenales cantantes y artistas, los
más grandes de Alemania. Estoy completamente seguro de que su vertiginoso y
cambiante ritmo los encerrará deseando saber más de la pareja que atravesará
tantas peripecias al estar confinados en un amor mal planeado por el destino. ¡Pero
ya basta de palabras, que comience la función!-el hombre hizo una venia y todos
aplaudieron su prometedora entrada mientras él desaparecía detrás del telón.
Segundos
más tarde, se volvió a abrir dejando ver la grandiosa escena que consistía en
la imitación de un ventanal gótico rodeado de hiedras, ramas retorcidas y hojas
secas como de otoño. Asomada a aquel ventanal estaba la cantante, una mujer
joven de cabello largo y liso, llevaba puesto un sencillo pero raído vestido
blanco y tenía el maquillaje negro escurrido en sus mejillas como si hubiera
estado llorando durante horas. Una música dramática, lenta y oscura inundó el
teatro. La mujer tenía sus brazos cruzados en su pecho, como si estuviera
aguantando un agudo dolor. Posteriormente empezó a cantar. Su voz soprano era
impecable y profunda que erizó la piel de todos los oyentes. Ciertamente era
una historia de amor pero trágica al mismo tiempo.
Sie können nicht akzeptieren unsere Liebe, oh! Sweet Ritter
Komm rette mich aus dieser Hölle
Meine Stimme sehnen deinen Kuss
Und empfagne meine Seele mit Lust
Cantaba
la mujer con profundo sentimiento.
Aprovechando
la oscuridad que había entre el público, John se levantó de su silla y bajó del
palco mezclándose en el público de la zona general con tal habilidad que nadie
en lo absoluto se percató de su presencia. Ni siquiera los demás invitados. Procedió
a invitar a las personas hablándoles primero acerca de la ópera y luego si les
gustaría escuchar una en Versalles. Poco a poco, fue convenciendo a las
personas de que en dicha ciudad escucharían incluso una mejor.
Minutos
más tarde, Erik ya estaba totalmente embelesado con la obra. La historia era
tan dramática y tan llamativa que ya no podía quitarle los ojos de encima.
Ahora en el escenario; la mujer había salido de detrás del ventanal y a la
escena se habían unido tres hombres y tres mujeres que cantaban con fuerza el
coro de la ópera como si estuvieran reprendiendo a la mujer.
Sie hätte nie gedacht, dass diese Frau ist was es ist
Ich hätte nie gedacht est
Die Zeichen standen vor euch alle
Aber liebe dich geblendet
Vergossenes Blut unschuldiger Menschen
Auf dem Mond sehen Sie es, aber die Liebe geblendet Sie
Öffnen Sie Ihre Augen
Sin saber por qué, sintió que le estaban hablando a él.
Sintió que le estaban explicando algo y aunque la ópera estaba hablada en su
propio idioma; no pudo comprender cuál era el mensaje escondido. El coro fue
repetido una o dos veces más y sintió un repentino mareo que le pareció que se
caía desde su palco. Su corazón y su respiración se agitaron.
¿Qué es lo que me quieren decir? Me voy a volver
loco.
Involuntariamente miró a sus pies y ahí estaba la sombra
con sus característicos ojos azules. Le rozaba los pies, las piernas y el miedo
de Erik creció. La ópera siguió ejecutándose con normalidad pero ya no podía
concentrarse en ella. Mientras tanto, Caroline y Joan estaban muy entretenidos.
Ella sentía como si le estuvieran recordando ya una historia pasada y Joan
simplemente era otro espectador. Erik respiró profundo tratando de calmar su
corazón pero era imposible, parecía que iba a explotar dentro de su pecho. La
sombra aún seguía allí revoloteándose a los pies de todos los que estaban
sentados en el palco, subía y bajaba, flotó por encima de las cabezas de los
oyentes hasta que se postró en una esquina del escenario como si estuviera
tratando de decirle que prestara atención, pero él no podía hacerlo. Aunque la
sombra estaba ya a muchos metros lejos de él, su presencia lo mareaba, le hacía
mal, lo hacía caer en la peor de todas las sensaciones.
-Erik, ¿Se encuentra bien?-preguntó Caroline poniendo su
mano sobre la de él. Su voz lo sorprendió y el contacto de su piel con la de
ella lo quemó. Recibió una mala energía, la misma que desprendía John y Damen y
todos los vampiros en general.
-Sí, estoy bien. Solo estoy un poco cansado.
-No se preocupe. Pronto acabará la ópera y podrá ir al
hotel.
Erik asintió. Volvió a mirar al escenario y la sombra ya
había desaparecido. La buscó entre el público, a los pies de los oyentes, en
los palcos, en las esquinas del lugar y en todo lugar que sus ojos le
permitieran revisar; pero ya no estaba. Sintió un poco de alivio, pero la impresión
de que alguien lo miraba ya era imposible de hacer desaparecer y cada vez que
en la ópera se cantaba la misma estrofa; el desconcierto y la confusión se
apoderaban de su mente. Deseó regresar a Versalles pronto para encontrar respuestas
rápidas.
En ese momento, John ya estaba sentado en su lugar.
-Logré convencer diez personas más, no fue nada
fácil.-dijo John en voz baja.
-Gute Arbeit.-fue
lo único que Erik pudo decir.
Transcurrió
alrededor de una hora. No pudo volver a concentrarse en los siguientes actos de
la ópera las constantes repeticiones de aquel extraño coro lo enfermaban.
Finalmente la obra terminó. Los oyentes dejaron escapar un torrente de aplausos
mientras todos los actores hacían venias desde el borde del escenario.
Posteriormente, se levantaron de sus asientos y salieron lentamente del teatro.
Una vez que estuvieron afuera, el frío aire de aquella noche golpeó con fuerza
el rostro de Erik creando un brusco escalofrío en todo su cuerpo. No decía ni
una sola palabra, no podía dejar de pensar en el extraño coro de la ópera.
Regresaron al hotel y cada uno entró a su habitación excepto John. Salió a
cazar para hacer realidad su sueño sangriento.
La
habitación no era muy grande. Constaba de una cama sencilla, una pequeña mesa a
un lado y una ventana rectangular. Erik se acercó a la ventana y la abrió. Como
de costumbre, contempló por un momento el panorama de Berlín. Sintió como si
estuviera en casa, estaba feliz de regresar a su ciudad por un momento aunque
no sintió el mismo placer que cuando lo hacía anteriormente. Mientras miraba, volvió
a sentir que alguien lo observaba desde algún punto de la ciudad.
Involuntariamente miró hacia abajo, cerca de la entrada del hotel y
efectivamente había un hombre que no le quitaba los ojos de encima. Lo
observaba detenidamente no solo con maldad, sino también con curiosidad. Aquel
era el mismo hombre que Caroline había visto en la cafetería de París, solo que
Erik no lo sabía. No tenía la más remota idea de quién era él y porqué lo
observaba tan detenidamente, pero no prestó más atención. Solamente cerró la
ventana tratando de escapar de tan penetrante y frívola mirada.
Alguien
golpeó la puerta. Era Caroline quien llevaba su libro en una mano. Traía en su
cara una expresión de preocupación y además parecía que estuvo llorando.
-Señorita
Boucher, ¿se encuentra bien?-preguntó Erik.
Caroline
entró y se sentó en la cama dejando el libro a su lado.
-Erik,
creo que cuando regresemos a Versalles tendremos que suspender los viajes.
-¿Por
qué lo dice?
-Usted
corre peligro. Tenemos que hablar seriamente con Damen al respecto.
-Caroline,
no entiendo muy bien qué es lo que quiere decirme.
-Erik,
usted se encuentra bajo amenaza. Hay alguien que lo busca.
-¿Por
qué lo harían?
-No
lo sé. Pero tiene que estar muy alerta. No puedo decirle más. Por favor, le
pido que trate de no preocuparse, intentaré arreglar esto.
-Está
bien. Si es así, sería mejor irnos de aquí mañana.
-Tiene
razón, le diré a John.-Caroline se levantó y antes de irse abrazó con fuerza a Erik.
Por
lo que él pudo sentir con aquella expresión fue que en realidad algo serio le
iba a suceder.
¿Moriré? ¿Hay alguien que quiere matarme?
Y
Caroline salió de la habitación. Ahora ya no estaba solo confundido sino
asustado también. Desde el principio pensó que jamás debió haber salido de su hogar.
Además, ¿era necesario que volviera a Versalles? ¿Por qué no podía quedarse
encerrado en su casa y ya? Se dio cuenta y confirmó muy bien que Damen tenía un
grandioso plan con él que no podía posponer ni mucho menos cancelar por lo que
sí era necesario que regresara a Francia y algún día volvería a casa. Erik
había aceptado una misión que ya no podía abortar.
Caroline
había olvidado su libro. Éste quedó encima de la cama, pero Erik no fue a
devolvérselo sino que lo ojeó. Lo abrió y luego de unas páginas en blanco había
escrito un título con letra gótica que decía Vida Pasada, Amor Pasado. Un poco más abajo estaba el nombre del
escritor escrito con la misma letra pero un poco más pequeño: Jean Schweitzer.
Él era el escritor del libro. Ciertamente, ese era el libro del que John le
había hablado hace meses. En ese instante, surgieron una cantidad de preguntas
en la mente de Erik. ¿Cómo obtuvo Caroline aquel libro escrito por aquel
hombre? ¿Quién era Jean Schweitzer? ¿Por qué John y Caroline saben de su existencia?
¿Por qué tenía Erik que conocer a Schweitzer? ¿Katelynn, su hermana; podría
ayudarlo? Ese mar de pensamientos que inundaba su cabeza estaba más caudaloso
que nunca, iba y venía conforme la fuerza del viento de otras preguntas que
habitaban allí desde ya hace un tiempo.
Empezó
a leer algunos párrafos de manera desordenada. Era una extensa novela que
narraba una compleja historia de amor pero toda estaba escrita en pasado. La
forma de escritura daba la sensación de que estaba basada en hechos reales.
¿Por qué era ese libro tan importante y privado para Caroline? Decidió que lo
iba a leer completo siempre y cuando ella no se diera cuenta de que él lo tenía
o que lo había perdido.
Dejó
el texto encima de la mesa y volvió a abrir la ventana. Miró hacia abajo y el
hombre desconocido que lo estaba mirando aún estaba ahí parado, pero estaba
hablando con una mujer que Erik le pareció ya haber visto antes. Al parecer, el
desconocido sintió su presencia a tantos metros de altura puesto que, de nuevo;
volvió a fijar su mirada en el rostro de Erik.
¿Será esa la persona a la que Caroline se
refería?
ef
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