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jueves, 28 de marzo de 2013

Día 18, Capítulo 11


Capítulo 11
Secretos
P
asó una semana sin que nada extraño sucediera. A pesar de que Erik se había sentido muy tranquilo, la sensación de que lo observaban detenidamente no había desaparecido. Tampoco se había ido su miedo a la muerte a manos de Jean y a ser convertido en un vampiro. Puede que la vida humana sea solo un tiempo muy limitado, pero a pesar que suya había sido tan solitaria y trágica, se sentía bien siendo un hombre común y corriente.
Aquella corta semana de serenidad la había usado para crear nuevas sinfonías en su violín, leer las oscuras historias de la biblioteca y escribir algunas poesías. Todo le traía recuerdos de su juventud, todo ello lo hacía cuando su vida parecía estar bien.
Pero una noche estaba él en el vestíbulo con Emily.  Estaba sorprendido porque a pesar de que la pequeña llevaba muy poco tiempo como vampira, ya conocía muy bien el mundo de las sombras.
-Quería preguntarte, ¿Cómo hiciste para sobrellevar ese cambio tan drástico? ¿No extrañas tu vida humana?-preguntó Erik.
-Tengo solo siete años, no entendía de qué se trataba vivir. Es por eso que no extraño nada. Ahora, gracias a Damen; vivo una nueva vida. Una vida que durará para siempre, tendré todo y haré lo que yo quiera.
-¿Y qué hay de tus padres?
-Casi no me prestaban atención. Me cuidaban como todo padre hace con sus hijos pero no fue una relación muy fuerte.
Parece que todos los que son vampiros tuvieron una vida oscura.
-Pero cuénteme, señor Jügerhof; ¿qué es lo que está pasando con usted? he oído que Damen tiene un plan con su vida.
-Eso es lo que todos me han estado diciendo. Pero al parecer el plan se tuvo que aplazar puesto que pasó algo que no tenía que pasar.
-Claro, lo de Jean. Pero, ¿sabe algo? Eso sí tenía que pasar.
-¿Por qué? ¿Cómo lo sabes?
-Porque así como Damen tiene un plan con usted, simultáneamente Jean también tiene uno. Damen no va a dejar que su plan se cancele y Jean tampoco. Si usted lo piensa bien, se podría decir que tiene que escoger cuál de los dos planes quiere que se haga realidad.
-El problema es que Jean quiere matarme y no quiero morir. Además, no conozco en lo absoluto el plan de Damen.
-¿Es decir que tiene que deshacerse de Jean?
-Exactamente, y no sé cómo hacerlo. Él es un vampiro y es mil veces más fuerte que yo.
-Pero recuerde que usted una vez dijo que la astucia y la habilidad es mucho mejor que ser muy fuerte. Puede que usted sea un hombre débil, pero su inteligencia le servirá para que se pueda mantener con vida. Pero, ¿no cree que Caroline sea la culpable de que el plan se haya cambiado?
-No, no lo creo. Pienso que independientemente de que haya conocido a Caroline o no, Jean hubiera querido matarme.
-Y si usted tuviera razón, ¿Por qué Jean lo mataría?
Erik tardó en contestar.
-No lo sé. ¿Quiere decir que Jean me quiere matar porque Caroline y yo estamos juntos?
-Esa es una razón. Pero hay otra.
-¿De verdad? ¿Cuál es?
-Jean quiere arrebatar su puesto y la posición que va obtener.
-¿A qué se refiere?
-Me refiero a que cuando todo esto se acabe, usted va a obtener cierta posición en el mundo que le otorgará la felicidad que Lauren le ha prometido, entonces…
-Un momento. ¿Cómo sabes lo de Lauren?
-Supe lo que Jean le hizo. Traté de evitarlo hablando con él pero no hizo caso.
-¿Qué le dijiste?
-Le dije que si mataba a Lauren, él terminaría muerto y no iba a lograr hacer nada de lo que tenía pensado.
-¿O sea que estas con él?
-En lo absoluto, señor Jügerhof. Es solo que pensé inconveniente para usted que Lauren muriera.
-Qué astuta eres.
-Lo sé.-dijo ella con una sonrisa.-Como le iba diciendo usted va a conseguir un puesto que Jean quiere ocupar. El problema es que pase lo que pase esa posición está destinada únicamente para usted. Él piensa que puede cambiar el destino y también es por eso que lo quiere matar. Entonces, le puedo asegurar que usted no va a morir.
-¿No lo duda?
-Claro que no. Ciertamente se va a encontrar muchas veces con la muerte, pero ésta no la va alcanzar.
Erik suspiró. Fue el comentario más lenitivo que había recibido hasta ahora. Al menos había alguien que parecía apoyarlo.
-Emily, ¿No sospechas que Damen conoce a la perfección los planes de Jean pero que él no quiere ayudarme?
-Sí, y no solo lo sospecho; es cierto. Damen sabe muy bien qué es lo que Jean quiere hacer con usted y no lo ayuda no porque quiera que usted muera. Como le dije, usted no morirá; sino que Damen quiere que usted aprenda a salir de esto solo, así él se dará cuenta si usted es apto para la posición que la va a dar, o no.
En ese momento, la cabeza de Erik empezó a dar vueltas.
-¿Alguna vez se preguntó cómo murieron sus padres en realidad?-preguntó Emily.
¿En realidad? ¿También me mintieron en eso?
Erik negó suavemente con la cabeza.
-Pues ahora se va a dar cuenta.-respondió ella y poco a poco el vestíbulo se fue convirtiendo en una sala mucho más pequeña.
El gran sillón rojo vino donde estaba sentado se convirtió en uno pequeño color café oscuro. Emily y los demás sillones desaparecieron transformándose en una pequeña mesa redonda de madera con tres sillas a su alrededor. El piso de baldosas se convirtió en un viejo piso de tablas. Pronto notó que se encontraba en la sala de la casa donde había vivido parte de su juventud.
Era de noche y todo el lugar estaba iluminado por velas. En una de las sillas estaba sentado su padre cuyo rostro emanaba mucha autoridad y era muy parecido al de Erik. De la cocina salió su madre, ciertamente una bella mujer cuya nobleza se podía ver reflejada en su cara; aquella característica en cambio, la había adoptado Erik. Llevaba ella en sus manos un plato de espaguetis mientras él se servía una copa de vino.  Parecía ser la hora de la cena pero no se vio a sí mismo siendo partícipe de ésta.
Si esta es mi casa y ellos son mi familia, ¿Dónde podré estar?
A pesar de ello, todo lo demás parecía estar normal. Pero Erik vio alguien que observaba por la ventana, era una silueta negra de un hombre. Sus padres comieron tranquilamente mientras hablaban entre ellos acerca de lo que Erik debía hacer por su vida.
-Él debe ser miembro del ejército así como mi padre y yo lo hemos hecho.-dijo él reflejando en su voz y su forma de hablar que era solamente él quien mandaba en casa y mantenía el orden de la familia.
-No me parece correcto que tengas que obligarlo a eso. A Erik le gusta más el arte literario y musical. Existen muchos escritores y músicos que son famosos y exitosos.
-Eso puede ser cierto pero debe seguir la tradición y la historia de la familia Jügerhof.
-Siempre lo has obligado a hacer lo que tú le pidas. ¿No crees que sea por eso que tu relación no es muy buena con Erik?
-No me importa. Lo que me interesa es que él haga lo que yo diga y ya. Cuando llegue de casa de su tía, se lo diré.
Ahora recuerdo. Yo no estaba en casa y cuando llegué, solo vi sus cadáveres.
En ese momento, el hombre que había estado en la ventana empezó a forcejear la puerta. La botella de vino estaba ya desocupada, así que el padre de Erik le partió la cola contra la mesa quedando con varias puntas filosas y cortantes. El hombre la empujó con fuerza que desprendió la puerta de su lugar. Aquel era Jean. Erik se levantó del sillón para tratar de evitarlo pero cuando quiso dar un paso, su cuerpo se inmovilizó.
En cuestión de segundos Jean se abalanzó a su madre y enterró sus colmillos en su cuello y bebió con rapidez su sangre. El padre de Erik intentó pelear contra Jean pero él le torció el brazo y la mano de tal manera que él mismo se enterró las puntas de la botella. Posteriormente, también enterró sus colmillos en su cuello y bebió la sangre. Su rostro, el cuello y los puños de su camisa blanca se habían manchado de sangre, y la tomó saboreando cada célula.
Cuando ambos estuvieron muertos, Jean camufló las heridas con un cuchillo cortando no solo el cuello, sino también las muñecas y el abdomen aun saciándose con la sangre de ambos.  Aunque Erik luchó por quitar la mirada de tan macabro asesinato, no pudo hacerlo. Él mismo vio como Jean se alimentaba de la sangre de sus propios padres. Luego, se escabulló velozmente por la ventana.
Unos minutos más tarde entró Erik de 16 años a la casa. Lo primero que vio fue el desastre de la puerta fuera de su lugar, las sillas volteadas y los platos rotos por la batalla, y luego; sus padres muertos en medio de un charco de sangre. Su cuerpo había quedado petrificado. No tuvo reacción alguna, solamente dejó escapar lágrimas y sollozos descontrolados. Todo había sucedió tan rápido, que no hubo casi tiempo para reaccionar.
La cabeza de Erik volvió a dar vueltas desesperadamente y poco a poco la destruida y sangrienta sala de su casa se convirtió en el vestíbulo del castillo. Lentamente abrió sus ojos, y a su lado seguía sentada la pequeña Emily.
Notó que cuando estuvo ahí sentado viendo lo sucedido, también había estado llorando puesto que sus ojos y mejillas estaba húmedas por las lágrimas. Sus manos estaban frías y sentía una profunda tristeza en su alma.
-Parece que ya tiene conocimiento acerca de las alucinaciones y que, además; se enteró de algo muy importante.-dijo Emily.
La noche en que había encontrado sus padres muertos y vio las heridas en sus cuerpos, se conformó con el pensamiento de que sólo había sido un malvado asesino y se lo informó al resto de su familia por medio de cartas pero jamás se puso el trabajo de investigar quien había sido. Ni siquiera lo había denunciado a las autoridades.
-Si tan sólo hubiera sabido quien lo hizo en el momento justo. Solamente me encerré en mi tristeza y ya ni siquiera recuerdo donde están ubicadas sus tumbas.-Erik dejaba que las gruesas lágrimas siguieran saliendo de sus ojos.
-No se sienta culpable. Todas esas tristezas que usted vivió en su juventud era necesario que las viviera para que en un futuro no muy lejano, esa tristeza se convierta en felicidad plena.-respondió Emily.
-¿Cómo puedes saber qué es lo que pasa conmigo?
-Es fácil interpretar sus miradas. El brillo de sus ojos y sus pensamientos lo dicen todo. Ahora sus lágrimas son un reflejo de muchos aspectos de su vida. Esa es la habilidad que se me ha concedido en esta nueva vida y usted obtendrá muchas más.
-Jamás, jamás voy a pertenecer a su grupo de asesinos.
-Eso no lo sé, señor Jügerhof. Tiene que esperar, pero nunca diga nunca.
En la lejana pared que estaba frente a Erik, vio un pequeño hilo de sangre que se escurría. Lauren lo necesitaba.
Salió del vestíbulo pero antes de llegar a la habitación de la torre, entró a la biblioteca y anotó todo con rapidez. Unos minutos después, llegó a la habitación donde Lauren miraba a través de la ventana; ya casi iba a amanecer.
-Señor Jügerhof, veo que poco a poco se va enterando de lo que sucedió realmente.
-Así es, Lauren. Y me siento… perturbado y apenado. Toda mi vida ha estado llena de mentiras y jamás me esforcé por descubrirlas. Simplemente me conformé con lo que la gente me decía.
-No tiene que sentirse así. La pequeña pero asombrosa Emily se lo explicó. Todo eso era necesario que sucediera. En este momento usted está bajo una grave amenaza, tiene que actuar con inteligencia más que con fuerza. Tenga presente que los escapes de la realidad al mundo surreal puede ser su mejor alternativa para encontrar respuestas a todos los enigmas que han estado encerrados a lo largo de su vida. Aprenda a vivirlos e intervenga en ellos con valentía. De ahora en adelante dejaré que la sangre le muestre el camino y que la luna se lo ilumine. Buena suerte, señor Jügerhof.-dijo Lauren y desapareció.
Como siempre, las palabras de Lauren lo habían aliviado pero ella se fue dejándolo con ganas de preguntarle muchas cosas.
Al día siguiente, Erik despertó con el frío viento de tan oscura mañana. Vio que su ventana estaba abierta y sintió un ardor en su pecho. Comprendió que en la noche, mientras dormía, una sombra había entrado a su cuerpo de nuevo.
Acostado en su cama, estuvo pensando sobre lo que había pasado la noche anterior cuando de repente, su mente empezó a mostrarle una serie de imágenes. Intentó concentrarse en ellas cerrando sus ojos con fuerza. Primero solo vio las ruinas de una antigua catedral y gótica que poco a poco se fue convirtiendo en una habitación parecida a la que tenía la tina blanca y las tres puertas; solo que en esta oportunidad tenía un sofá color negro y en frente una mesa de madera cubierta por un fino mantel blanco donde reposaba un florero de vidrio lleno de rosas también blancas. Allí estaban John y su hermano Alexander que parecía discutir de algo importante aunque no pudo escuchar una sola palabra. De un momento a otro, Alexander sacó la espada de algún lugar que no logró divisar y en segundos decapitó a John haciendo que la camisa blanca de Alexander se manchara de sangre al igual que las rosas.
Un grito masculino casi gutural trajo a Erik de vuelta a la realidad. Se vistió con rapidez y salió de la habitación. Varios vampiros también se dirigieron a la habitación de Damen, de donde había provenido el grito. Todos estaban amontonados en la puerta atónitos por lo que había sucedido pero Erik no podía ver puesto que los demás le tapaban la vista.
-¡Jügerhof!-gritó Damen y Erik notó que, gracias a la rabia que se pudo sentir en su voz; había sucedido algo grave.
Se abrió paso entre los vampiros y entró a la oscura habitación viendo el cuerpo decapitado de Katelynn. Ciertamente fue la imagen más terrorífica, escalofriante y macabra que había visto. Una cosa era imaginárselo, pero era otra cosa verlo en la vida real, justo en frente de sus ojos.
-¡Le ordeno que, sea como sea; le de muerte a Jean Schweitzer!-dijo Damen con la más profunda furia.
Mató a su propia hermana, ¿Entonces cómo no podría matarme a mí?
Todos los vampiros se sorprendieron ante aquel mandato. ¿Cómo podía un humano acabar con uno de los vampiros más malvados que ha pisado la tierra?
-Pero, Damen. ¿Cómo voy a hacerlo?-preguntó Erik, nervioso.
-No lo sé, busque usted la manera.
-¿Por qué Jean iba a matar a su hermana, que tiene su misma sangre?-intervino Caroline quien también estaba entre la multitud.
-Porque sabía que Katelynn, al ser de su familia; podía darme información sobre Jean para que matarlo sea más fácil. Por eso él decidió deshacerse de su hermana.-respondió Erik.
-¿Está seguro?
-Por supuesto que lo estoy, mi mente acaba de profetizármelo.-dijo él y salió de la habitación.
Los vampiros habían quedado sorprendidos por la respuesta. Se dieron cuenta que Erik ya no era un humano muy normal y que era el hombre perfecto para el plan de Damen. Caroline salió detrás de Erik.
-¿Qué fue lo que vio?-preguntó ella.
-Vi a Alexander matando de la misma forma a John. Y luego sucedió esto. Era una advertencia aunque llegó demasiado tarde. Pero antes de eso vi unas ruinas de una iglesia. No sé por qué pero me parecen familiares; debo ir a ese lugar. Sé que están aquí en Versalles-respondió Erik mientras se dirigía a la sala principal.
-¿Y cómo vamos a encontrarlas?
-No lo sé. Quizá John lo sepa.  
John, quien también  estaba entre el grupo de vampiros, bajó a la sala cuando sintió que habían pronunciado su nombre.
-John, ¿conoce las ruinas de alguna iglesia?-preguntó Caroline.
-Sí, las únicas que hay en Versalles. ¿Por qué?
-Tiene que llevarnos a ellas.
En ese momento Erik y Caroline subieron al carruaje que John condujo a las ruinas que estaban en las afueras de la ciudad. Por suerte, el día estaba muy nublado por lo que no había amenaza alguna de que el sol fuera a asomar sus rayos.
Cuando llegaron, Erik no sabía exactamente qué hacer. Simplemente se pusieron a la tarea de examinarlas como si buscaran algo. Había columnas partidas a la mitad, unas pocas estatuas de ángeles destrozadas, una vieja banca de madera y más al fondo había un antiguo cementerio cuyas arcaicas lápidas de piedra gris tenían esquinas o rotas o estaban partidas a la mitad.
Pronto, escuchó que las copas de los árboles que rodeaban el lugar se sacudieron con fuerza pero no prestó atención. Hasta que una voz conocida provino de sus espaldas.
-Erik, veo que por fin despierta y viene al lugar al que lo he llamado.
Volteó y se encontró con Jean.
-¿Para qué me necesita?
-Usted sabe muy bien que mi único propósito es acabarlo.
-Pero usted también sabe muy bien que eso no es posible. No me vuelva a llamar para esto, es perder tiempo.-dijo Erik.
Jean rió.
-No trate de hacerse el valiente. Usted está caminando justo el camino hacia la perdición.
-Jean, ya váyase. Acaba de matar a su hermana, usted debería morir-intervino Caroline. Pero él le envió una malévola mirada que causó un efecto extraño en ella. Se sintió aturdida y mareada.
-¿Qué le hizo?-preguntó Erik.
-Solamente le hice olvidar algunas cosas.-respondió Jean con sorna.
Algunas cosas no, absolutamente todo. Caroline ya ni siquiera sabía en donde se encontraba y John estaba tratando de orientarla.
-Será mejor que se vaya ahora mismo.-dijo otra voz. La de Damen.- Usted acaba de asesinar a su hermana, otra vampira. Era una de los suyos y no solamente por pertenecer a la oscuridad, sino que también era de su familia; de su propia sangre y usted sabe que por eso debe morir. Le sugiero que se vaya aunque le va ser imposible escapar de la muerte.
Jean no tuvo más remedio que irse dejando grabada en todos, una terrorífica mirada.
-¿Quién es él?-preguntó Caroline.
-No es nadie, no vale la pena que lo conozca.-respondió Damen.
Un vampiro no puede matar a otro vampiro físicamente. Pero sí puede destruir su mente y su alma.
Los cuatro regresaron al castillo en el carruaje.
En el portón del domicilio lo estaba esperando el doctor Deux.
-¡Señor Jügerhof! ¡Encontré lo que necesitaba!-gritó el doctor cuando vio de lejos a Erik.
Él se acercó rápidamente. No quería que Damen ni John supieran que el doctor lo había ayudado.
-¡Por fin, me alegra verlo de nuevo! ¿Qué es lo que trajo?-preguntó Erik en voz baja.
-La historia del mismísimo Jean Schweitzer.
-¿De verdad? ¿Cómo la consiguió?
-Tuve que hacer muchas investigaciones, especialmente en un pequeño pueblo cerca de la ciudad que no conocía. Allí hay una biblioteca muy completa acerca de estos temas y todos los que necesite.-dijo el doctor  y le entregó un pergamino enrollado atado con una cinta roja.-Espero que le sirva de algo.
-¡Por supuesto que sí, doctor! Muchas gracias.-respondió Erik pero antes de que entrara al castillo, el doctor lo atajó aclarando su garganta con fuerza.
-Este trabajo no es gratis, señor Jügerhof.
-Está bien, ¿cuánto quiere?
-Unos treinta francos.
-¡¿Treinta?!
-Sí, señor. Esa investigación no fue para nada fácil.
-Espere aquí, voy a traérselos.
-Muchas gracias.
Erik entró al castillo y se dirigió a su habitación por el dinero. Involuntariamente vio sobre su mesa de noche el pequeño retrato de Alexander y recordó la noche en que se le había aparecido.
No quiero tener eso aquí, se lo daré a John.
Cuando volvió a bajar para darle el dinero al doctor Deux, notó que había desaparecido. No estaba afuera en el jardín ni en la sala principal, simplemente se había esfumado. Se le hizo extraño pero no le dio importancia al asunto. Entró a la biblioteca y se sentó en frente del escritorio. Desató el pergamino y lo leyó:
Historia de Jean Schweitzer.
(Es oficial pero no está muy completa)
Jean Schweitzer nació en Múnich, Alemania el 23 de Agosto de 1425. Vivió en medio de una familia de gran riqueza cuya fama no solo estaba extendida en Alemania sino también en otros países de Europa. Sus padres no compartían mucho tiempo con él puesto que siempre estuvo a cargo de una institutriz que le enseñó a leer y a escribir antes de que entrara a la escuela. Poco a poco fue adquiriendo una educación muy superior a la de los demás niños de su edad gracias a la institutriz, otros maestros en casa y las prestigiosas escuelas donde estudió.
Cuando había alcanzado ya su juventud, demostró un gran apego por las artes musicales, la literatura y filología por lo que entró a una academia de música donde aprendió a tocar varios instrumentos y también estudió gran cantidad de idiomas entre ellos el francés, el italiano y el sueco.
Por otro lado, cada vez que tenía tiempo para pasar con sus padres; lo usaba solamente para seguir hablando de sus estudios e inculcarle valores y la personalidad que había caracterizado generación tras generación a la familia Schweitzer. Sus padres eran muy serios y reservados puesto que Jean también aprendió a actuar y pensar de esa forma convirtiéndose así en un hombre frío e indiferente.
Cuando Jean tenía 15 años, su madre dio a luz a su hermana Katelynn quien recibió el mismo trato y educación que Jean. Pero a medida que su hermana crecía, él empezó a presenciar sucesos extraños y paranormales en su diario vivir, cosa que lo perturbó mucho y lo hizo alejarse cada vez más de su familia prefiriendo sumirse en sus propios pensamientos y las cosas extrañas.
Vivió varios meses con las incómodas sensaciones de que algo o alguien inspeccionaban su vida y de que algo fuera de lo común iba a sucederle. Aquellos pensamientos se hicieron realidad cuando una noche un hombre entró a su casa. Mató a su madre y, cuando su padre lo supo; se suicidó. El desconocido era un vampiro que esa misma noche convirtió a Jean enseñándole con el tiempo todo lo que abarcaba hacer parte de “las criaturas de la noche”.
Aún no se conoce la identidad del vampiro que lo convirtió ni cómo Jean se hizo cargo de su hermana menor, pero es claro que fue él mismo quien convirtió a Katelynn.
Finalmente, Jean Schweitzer fue convertido a sus 15 años el 10 de Septiembre de 1440. Debido a su vida que se ha calificado como sola y desalmada se ha convertido en uno de los vampiros más malvados que, según dicen; descarga toda su ira contenida durante su vida humana en el momento de sus ataques. No es claro a cual clan pertenece puesto que no se conoce nada acerca de la vida del vampiro que lo convirtió aunque se sospecha que es de Transilvania al igual que su clan. Por ahora, se dice que ha estado ocupando su tiempo en desconocidos planes.
Al terminar de leer, el corazón de Erik aún seguía palpitando de emoción. Pero se dio cuenta que, como los demás vampiros; había tenido una vida desolada. Con respecto al vampiro que lo convirtió, sospechó que fue el mismo que trató de convertir a Caroline y en lo concerniente a sus planes; no eran desconocidos, Erik sabía a la perfección de qué se trataban.

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